Axolotl.
Quetzalcoatl, el impronunciable dios azteca, alguna
vez nace y no nace solo. La serpiente emplumada es lo que simboliza el
dualismo, el dios que repta y vuela, lo distinto que es distinto y es igual. La
serpiente emplumada unifica los opuestos, la realidad aparente es ilusión, dos
es uno. En el mundo de los dioses la noche es el día. En el mundo de los
mortales aparecen dioses que no conciben la
separación entre el vientre y las alas.
En las ceremonias de temazcal se invoca Quetzalcoatl.
Cuando viví en México -y mi amiga Alana se tapaba con pulseras de chaquiras de
mil colores las cicatrices de sus ceremonias rituales- fuimos con frutas al
volcán para hacer temazcal. Nos
metimos en un horno de barro que emerge del suelo para que echemos raíces y nos
hagamos tierra. El temazcal supone ser un viaje al útero.
(Cuando mi madre me fue a visitar fuimos al volcán para hacer una
ceremonia. Al cerrarse la puerta -que era una manta- hubo una respiración
profunda y desesperada. Pidió salir, llorando. Un tiempo después, por otro tipo
de invocación esotérica llegó a pensar que durante su gestación quisieron
abortarla. Mi madre también me contaba que cuando tenía 9 o 10 años su madre,
mi abuela, cortó todas las hortensias del jardín de su casa en Haedo. Las
hortensias eran augurio de soltería y mi abuela creía que mi madre correría esa suerte. Irene se casó a los 19 y tuvo su primer hijo a los 20. Se separó a los
27 sin el inexistente divorcio legal y a los 40 tuvo una hija bastarda con un
judío. Cuando yo tenía 9 años vivía en Mendoza y teníamos un jardín inmenso. Lleno
hortensias en flor y un árbol de granadas)
Antes
de sumergirnos en la tierra, en la Madre, el chamán requisa a los ingresantes y
los humea con vapores de hierbas y copal. Antes de sumergirnos en la tierra
decimos en náhuatl: dos es uno. Uno es dos. Ome-teot. Adentro se canta y el
calor aumenta. Y el calor aumenta hasta ser materia, una masa de aire denso. El
vapor aumenta. La tierra queda casi fría y en un momento dado todo es barro,
calor y agua. Todo es uno y es distinto. Tierra, fuego, aire y agua.
Quetzalcóatl, la serpiente emplumada que es un dios
y son dos, alguna vez nace y no nace sola. Nace con un hermano gemelo y
monstruoso por lo gemelo. El gemelo es xolotl, perro y monstruo. El monstruo le
teme a la muerte, le escapa. Acompaña a otros en su camino mortal–como buen
perro fiel- pero escapa a la propia. Protege a Quetzalcoatl y lo acompaña cuando
se pone el sol.
Biología. El axolotl es un anfibio caudado, en otros
términos, tiene cola. Anfibio oriundo de Mexico. Los sapos y ranas también son
anfibios, pero sin cola. Las salamandras
sí tienen. Un carácter diagnóstico de los anfibios es que sufren un proceso de
metamorfosis (aunque la biología hoy bien podría decir que todos los
vertebrados nos metamorfoseamos: del útero hasta fuera de la caverna pasamos de
ser organismos acuáticos a la terrestrialidad. Los pulmones son branquias
modificadas y el oxígeno entra -al igual que en los peces- diluido en agua y
por finos tejidos con grandes superficies en las que se desliza el líquido
oxigenado). La metamorfosis en los anfibios no necesita lupa ni microscopios. Se
ve. Casi siempre se vio. Un adulto -hembra y terrícola- deja un conjunto de
huevos en un cuerpo de agua. Los huevos se transforman en larvas: una cabeza,
una cola, branquias. Minúsculas. Luego serán renacuajos y después crecerán las
patas, primero las traseras, luego delanteras, mientras tanto se respira dentro
del charco. Después las branquias desaparecerán, y para los sapos y ranas la
cola se hará aire; salen del charco, son adultos. Un adulto, en biología, es
quien capaz de reproducirse. Aparecerán los cantos, el croar de lagunas, y entre
danzas o melodías, tal vez dejen sus
huevos por ahí.
Axolotl, atl-xolotl, monstruo de agua, aquel que le
teme a la muerte. El axolotl es un anfibio que también es un monstruo que le
teme a la muerte. También es idéntico a un renacuajo de salamandra. Casi idéntico.
Un renacuajo que nunca envejece. Un renacuajo que es adulto. Dos que son uno. El
anfibio que le teme a la muerte rehúsa de su adultez, vive la ficción de un joven
eterno, pero para vivirla, para perdurar en el tiempo necesita procrear. El
axolotl deposita huevos, que serán larvas, que luego axolotls, pero sin parecer
jamás adulto, manteniéndose al ojo desatento como otro renacuajo más. Ese
camuflaje, esa huída del tiempo, se teoriza biológicamente bajo el término de
“neotenia”. La neotenia es un proceso evolutivo por el que se mantienen los rasgos
del juvenil de la especie antecesora en el adulto de la nueva especie, que es
joven y es vieja.
Heidegger dijo que el carácter diagnóstico de los humanos
es ser consciente de su muerte. También Castaneda presentó la muerte como la principal
maestra. En la mirada de Don Juan para saber vivir hay que entender que la
muerte está siempre a la izquierda, que en cualquier momento nos puede tocar. Olvidarnos
de la muerte es vivir como muertos, mirar netflix, hacer burocracias infinitas,
crear burocracias, vivir como burócratas. Para vivir hay que ser guerrerx y
para ser guerrerx tenemos que aprender a bailar, para que cuando la muerte se nos
presente le podamos ofrecer nuestra mejor danza. Y el axolotl también es un
monstruo que le teme a la muerte, que sospecha su muerte, un perro de agua que
acompaña las puestas de sol.
La neotenia no sólo se aplica a axolotes. Dícese
de ciertos primates que mantienen las características de la niñez en su adultez,
el cuerpo pelado, el cuello largo, la cara chata. Animales que como otros
animales juegan y aprenden en su infancia, pero que pasa el tiempo y parecen
seguir aprendiendo, quién sabe qué cosa. Y después, qué importa del después. Le
temen a la muerte porque, tal vez, la reconocen. Van por ahí diciendo “animales
son los Otros”. Dos es dos.
Muy bueno... No tenía lo de la neotenia, muy interesante. Aunque no creo que el pobre axolote sea responsable de los despropósitos humanos. Los animales nos hacen más humanos, dice una frase que circula por ahí ¿será? ¿será bueno hacernos más humanos?
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